lunes, 11 de abril de 2011

Viacrucis Cuaresmal en el Brezo

El rezo del viacrucis es una de las prácticas cuaresmales más arraigadas en tiempo de Cuaresma. Os ofrecemos el texto de uno de los viacrucis tradicionales que se canta año tras año el día de Viernes Santo en los pueblos de la Peña Palentina.
Este rezo es expresión de la fe popular transmitida de generación en generación en nuestros pueblos. Cada estación viene acompañada con imágenes del viacrucis que recibe a todo aquel que se acerca a las faldas del Santuario de la Virgen del Brezo.
I Estación: Jesús es condenado a muerte.
Pilato preguntó a los sumos sacerdotes y al pueblo: ¿qué hago con Jesús, llamado el Mesías? Contestaron todos: Que los crucifiquen. Al ver Pilato que todo era inútil... les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaranMt 27, 22-26
En la primera estación
atento, quiero que notes
con cuanta resignación
llevé por tu redención
mas de cinco mil azotes. 
Hombre, mira y considera 
movido de compasión
que en esta estación primera
me sentencian a que muera
entre uno y otro ladrón.






II Estación: Jesús carga con la cruz.

“El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron” Is 53, 4-5




A la segunda camina
verás que un tumulto vario
todo el pueblo determina 
que al son de ronca bocina 
me conduzcan al calvario.
Guiando va un pregonero
a la descollada cumbre
y el inocente cordero
va abrumado de un madero
con modestia y pesadumbre.




III Estación: Jesús cae por primera vez.
“Ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes y salibazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes.” Is 50, 6-7





Caí en la estación tercera
y todos allí gritaron
muera el embustero muera
y con indignación fiera
del suelo me levantaron.
Una soga a la garganta
me hecharon para tirar
pero con violencia tanta
que para asentar la planta 
apenas me dan lugar.




IV Estación: Jesús encuentra a su madre.
“María y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: Mira, este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levantes; será como una bandera discutida. Y a ti, una espada te traspasará el alma.” Lc 2, 34-35

Camino todo obediente
al precepto de mi padre
cuando se me pone enfrente
rompiendo por tanta gente
mi desconsolada Madre.
En este paso colige
que cuando la vi venir
vuélvete, Madre, la dije
que tu pena más me aflige
que el saber voy a morir.




V Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
“Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús “ Lc 23,26
En esta jornada larga
tan fatigado me veo
qué en aflicción tan amarga
ayuda a llevar la carga,
alquilado el cirineo.
No lo hacen por caridad
al peso con que me inclino
sino llenos de impiedad
porque teme su crueldad
quede muerto en el camino.
VI Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús.
“No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga las miradas, ni belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada.” Is 53, 2-3

Con la fatiga y el calor
me veía desfallecer cuando, 
movida al dolor limpió a mi rostro 
el sudor una piadosa mujer. 
A tal estado he venido que, 
con ser cielo sereno me hallo 
tan oscurecido que sólo 
soy conocido por llamarme Nazareno.
VII Estación: Jesús cae por segunda vez.
“Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas... Cargado con vuestros pecados subio al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado.” 1Pe 2, 23-24

Caí, !oh, que desconsuelo!
al salir de la ciudad 
y me levantan del suelo 
tirando de barba y pelo 
con fiera inhumanidad. 
A violencia de empellones 
a caminar me precisan 
y entre injurias y baldones 
metido entre dos ladrones 
todos me arrastran y pisan.
VIII Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén.
“Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi, llorad por vosotras y por vuestros hijos; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?” Lc 23, 27-31
De unas mujeres oí
unos ayes lastimados 
pero las correspondí diciéndolas 
que por si llorasen y por sus pecados. 
Si por las culpas ajenas
 esto se ejecuta en mi más crueles 
serán las penas de horror 
y de espanto llenas que padecerás por ti.
IX Estación: Jesús cae por tercera vez.
“Venid a mi todos lo que estáis cansado y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontrareis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” Mt 11, 28.30

La gravedad del pecado
en la cruz tanto pesó que, 
rendido y fatigado del todo 
ya desmayado en el suelo me postró. 
Al quererme, levantar como la fuerza 
era poca caí para más penar 
tan recio que vine a dar en la tierra con la boca.
X Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
“Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: No la rasguemos, sino echemos a suerte a ver a quien le toca. Así se cumplió la escritura: se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica” Jn 19, 23-24
Llegué al monte sin aliento
sin poderme ya tener 
desnudánme desatentos 
y doblando mis tormentos 
vinagre me hacen beber. 
Que vergüenza, 
que pudor contemplar 
padecería puesto del frío al rigor 
en el concurso mayor desnudo 
al medio del día.






XI Estación: Jesús es clavado en la cruz. 
“Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado la calavera, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. El pueblo estaba mirando” Lc 23, 32-35
















Los más impíos tiranos 
impelidos del furor más
que tigres inhumanos
me clavan de pies y manos
cual si fuera un malhechor.
Mira el descanso que hallé
después de fatiga tanta
que un palo mi cama fue
de sólo el ancho de un pie
donde el cuerpo se quebranta
XII Estación: Jesús muere en la cruz

“El velo del templo se rasga, y tiembla la tierra, cuando clama el Señor con una gran voz: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Lc 23, 46






Ya que en la cruz me clavaron 
inhumanos y crueles
en alto me levantaron
ya con lazos los soldados
ya verdugos con cordeles.
Mírame entre tierra y cielo
de tres escarpias pendiente
tiembla de dolor el suelo
rásgase del templo el velo
y el hombre no se arrepiente.
XIII Estación: Jesús es bajado de la cruz. 
“Fueron los soldados, y viendo que ya había muerto, uno de ellos, con la lanza, le traspaso el costado y al punto salió sangre y agua. Después de esto, José de Arimatea pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús” Jn 19, 32-34.38








Por tres horas bien cumplidas
el aliento me duró
hasta que por las heridas
mortales y repetidas
el alma se despidió.
Ya era sombra todo el mundo
muerta ya su bella luz
cuando con llanto profundo
aquel cuerpo sin segundo
fue bajado de la cruz. 
XIV Estación: Jesús es colocado en el sepulcro. 
“José de Arimatea, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.” Mt 27, 59-61








A la última viniste 
contempla aquí con piedad
a mi Madre,
la más triste que jamás verás ni viste
llorando su soledad.
No te ausentes, alma mía
ponte en silencio
a escuchar los lamentos de María
que sobre la losa fría del sepulcro
va a llorar. Alma, pues,
que en mi Pasión me has acompañado
fiel de tus culpas el perdón
espera y tu salvación por siempre jamás, Amén.

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